«─¡Doctor estoy ciego, ciego, cieeego!»
«─No se preocupe, sólo intente abrir los ojos.»
Y cuando despertó se dio cuenta ─con decepción─ que aún seguía acurrucado en el curul, escuchando a otro sujeto en el estrado proponiendo las mismas estupideces para sobrellevar su nación.
Lucas Luján
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